Me llamo Rafaela y tengo 16 años.
Los kilos me pesan. No tanto como me pesan las miradas.
Los varones y yo no nos relacionamos. Ni amigos, ni novios, ni nada.
Además soy tímida. Y callada. Y las cosas que me gustan no las puedo
compartir con mis amigas.
Cuando termine el secundario no tengo idea de qué voy a hacer.
"Rafaela, ojo con los postres", me gritó Gastón en la escuela,
y yo rodé por la escalera en mi ansiedad por desaparecer.
Entonces apareció Simón...
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